A pesar del prejuicio de que la filosofía es una disciplina teórica sin lugar para la experimentación o la creatividad, realmente se trata de una poderosa herramienta para trabajar la creatividad y la imaginación.
En el contexto educativo, conectar la filosofía con la creatividad puede ser un gran recurso para estimular el pensamiento crítico y fomentar el interés de los estudiantes. Pero, ¿cómo podemos hacerlo?
Antes de analizar cómo impulsar la creatividad, debemos entender ambas disciplinas. Por un lado, la filosofía indaga en preguntas sobre la existencia, la realidad, el conocimiento… Se trata de comprender la naturaleza del ser humano y su relación con el mundo que le rodea. Por su parte, la creatividad es lo que nos permite generar ideas nuevas y originales. Para ello, debemos intentar pensar de manera no convencional y explorar nuevas perspectivas.
¿En qué coinciden la filosofía y la creatividad?
Cuestionamiento de supuestos
Tanto la filosofía como la creatividad cuestionan las suposiciones aceptadas. En filosofía, implica examinar creencias arraigadas y desafiar nociones preconcebidas sobre la realidad y, la creatividad propone nuevas formas de pensar y hacer las cosas.
Exploración de nuevas posibilidades
Explorar oportunidades implica animar a los estudiantes a considerar una amplia gama de perspectivas, teorías y argumentos antes de sacar una conclusión. Para ello, se trabaja el pensamiento crítico y se estimula la creatividad, pues abren sus mentes a nuevos enfoques e ideas.
Para trabajar esta cuestión, se pueden analizar escenarios hipotéticos, comparar diferentes perspectivas filosóficas, organizar debates con roles asignados, plantear problemas para resolverlos, etc.
Trabajo del pensamiento lateral
El pensamiento lateral hace referencia a un enfoque creativo y no convencional para resolver problemas. A diferencia del pensamiento lógico, que sigue una secuencia de pasos definidos para alcanzar una solución.
Mediante el pensamiento lateral, rompemos con patrones establecidos y buscamos formas nuevas de abordar los problemas, descubrimos conexiones inusuales y promovemos la originalidad.
Estrategias prácticas para trabajar la creatividad
Plantear preguntas abiertas y fomentar el debate
Las preguntas simples, en muchas ocasiones, pueden ser contestadas con respuestas simples. Por ello, lanzar preguntas abiertas puede ser interesante para que el alumnado vaya acotando por sí mismo los temas en los que quiere incidir o que pueden generarles más interés. De esta manera, se favorece la exploración de diferentes perspectivas y argumentos originales.
Realizar ejercicios de pensamiento creativo
En lugar de plantear ejercicios que se respondan con la solución a un problema, podemos realizar una reformulación y responderlos con cómo llegamos a la solución de dicho conflicto. Para ello, se pueden proponer actividades que requieran lluvias de ideas, creación de proyectos, esquemas, etc. Estos ejercicios mejoran la comprensión y la retención de conceptos filosóficos gracias a la participación activa del alumno en el proceso.
Análisis de textos filosóficos
Analizar textos filosóficos puede ser uno de los ejercicios más típicos en el aula, pero podemos darle una vuelta. Analizar un texto clásico desde una perspectiva diferente y creativa estimulará la imaginación. Por ejemplo, ¿cómo sería el mundo si se aplicaran las ideas del texto de manera práctica? Así, no solo se profundiza en la comprensión de textos, sino que también se analiza la relevancia de la filosofía en el mundo actual.
Proyectos creativos
Plantear proyectos abiertos permite partir de un tema filosófico y desarrollar el trabajo de una forma creativa. Para que sean todavía más efectivos, pueden plantearse trabajos en los que, ya sean el resultado o el medio para alcanzarlo, se involucre la creación de algún tipo de obra, ya sea escrita, gráfica, etc.
Explorar filosofías no occidentales
Aunque en algunos casos se exploren las filosofías no occidentales, en otros, no ocurre. Intentar incluir perspectivas que, en ocasiones, se encuentran fuera de nuestro foco, enriquece la experiencia educativa, pues se expone a los estudiantes a nuevas formas de pensar. Además, permite cuestionar suposiciones arraigadas y a desarrollar una comprensión más amplia del mundo.
La creatividad desarrolla un papel fundamental en nuestra vida diaria y, unirla con la filosofía, puede ser muy gratificante y revelador. Gracias a ella y a la intervención de la filosofía, somos capaces de resolver problemas, de expresar nuestros pensamientos y emociones, de innovar y progresar y, además, de adaptarnos a los cambios.