La filosofía es una disciplina que se ocupa de cuestiones fundamentales sobre la existencia humana, la realidad, el conocimiento y la moralidad. A través de esta asignatura, los estudiantes pueden aprender a pensar de manera crítica y reflexiva sobre estos temas, lo que puede ser beneficioso para su desarrollo académico y personal. Por tanto, la relación de la filosofía con el aprendizaje es evidente, así que, como docentes de filosofía, puede ser un tema que dé pie a numerosas reflexiones con los estudiantes.
Para empezar, es importante entender cómo la filosofía puede influir en el aprendizaje de los estudiantes y cómo se puede utilizar para fomentar un aprendizaje más significativo. Algunas formas en las que la filosofía puede ser útil para el aprendizaje incluyen:
- Fomentar la reflexión crítica y ética. La filosofía alienta a los estudiantes a cuestionar las suposiciones y a analizar los argumentos con un enfoque crítico. Al enseñar filosofía, es posible ayudar a los estudiantes a desarrollar habilidades críticas que les permitan analizar su entorno de una forma más crítica. Además, permite ayudarles a comprender las diferentes perspectivas éticas y morales que aplicarán en situaciones de la vida real.
- Desarrollar habilidades argumentativas. Vivimos una realidad en la que es imprescindible ser capaz de construir y analizar argumentos complejos, dos herramientas a cuya adquisición ayuda la filosofía, disciplina que les ayudará a construir argumentos sólidos y presentarlos de una manera más efectiva y clara.
Cómo introducir el aprendizaje en clase de filosofía
En esta asignatura no se pretende que el alumnado aprenda datos o información específica, sino que se busca desarrollar habilidades de pensamiento crítico, razonamiento y reflexión. Por tanto, el aprendizaje no es un proceso pasivo, sino activo, ya que el alumnado tiene que participar en discusiones, debates, reflexiones, etc. De esta manera, serán capaces de tomar sus propias decisiones y de adoptar una postura crítica ante situaciones de la vida real.
Una de las principales herramientas que se utiliza en la enseñanza de la filosofía es el diálogo. Los estudiantes aprenden a comunicarse y expresarse claramente, pero también a escuchar y comprender las perspectivas de los demás. El diálogo filosófico requiere respeto por las opiniones y creencias de los demás, pero también implica estar dispuestos a cuestionar y examinar las propias ideas y creencias.
Como vemos, el aprendizaje no solo se trata de obtener conocimientos, sino también de desarrollar habilidades. Se espera que los estudiantes aprendan a analizar información y a cuestionársela, además de intentar que estén abiertos a nuevas ideas y a tener la mente abierta.
Para empezar a tratar el aprendizaje en clase, puede ser interesante seguir los siguientes pasos:
- Presentar el tema de forma clara. Comenzar explicando en qué consiste el aprendizaje y por qué es importante puede ser un interesante punto de partida. Después, recomendamos explicar cómo la filosofía puede ayudar a mejorar el aprendizaje y por qué esta relación es relevante para los estudiantes.
- Utilizar ejemplos prácticos. Para ayudar a los estudiantes a entenderlo mejor, utilizar ejemplos que puedan relacionarse con su experiencia cotidiana puede ser la mejor opción. Por ejemplo, se puede mencionar cómo la filosofía puede ayudar a analizar y comprender mejor la información que reciban.
- Fomentar la participación activa. La filosofía es una disciplina participativa, por lo que es importante fomentar la participación activa de los estudiantes durante la clase. Puedes hacer preguntas abiertas, pedir que los estudiantes compartan sus opiniones y puntos de vista y animar a la discusión y el debate.
- Proporcionar recursos. Entregar lecturas, vídeos, presentaciones y otros materiales puede ayudar al alumnado a comprender el tema tratado de una forma más efectiva.
- Destacar la importancia de la reflexión. Para la filosofía, la reflexión es fundamental y, de hecho, trata de conducir a los estudiantes a reflexionar sobre sus procesos de aprendizaje y cómo lograr uno más efectivo.
Motivar al alumnado a aprender
Los estudiantes no siempre están motivados para aprender y, en el caso de la filosofía, una disciplina más “abstracta” puede resultar más abrumador. Por ello, algunas estrategias que pueden hacer ver al alumnado la importancia del aprendizaje son las siguientes:
- Relacionar la filosofía con temas actuales. En lugar de presentar la filosofía como una disciplina aislada, se puede vincular con problemas y temáticas relevantes para los estudiantes. Por ejemplo, se pueden analizar temas éticos como la justicia social, la igualdad de género o el medio ambiente.
- Utilizar casos prácticos. Estas actividades son herramientas útiles para motivar a aprender, ya que, como se menciona en el punto anterior, será interesante para el alumnado ver casos reales.
- Fomentar la exploración y la investigación. Permitir a los estudiantes que exploren temas y conceptos por su cuenta puede ayudarles a fomentar su curiosidad, a plantear cuestiones nuevas, etc. Se puede lograr mediante proyectos, presentaciones, debates, etc.
- Promover el diálogo y la discusión. Los estudiantes deben sentirse seguros para expresar sus ideas y opiniones. La discusión en grupo puede ser una herramienta interesante para motivarlos a participar activamente.
Propuestas para el aula
Algunas actividades que se pueden llevar a cabo en el aula para que el alumnado sea consciente de la utilidad del aprendizaje son las siguientes:
- El debate filosófico. Seleccionar un tema de actualidad e incentivar al alumnado a plantear preguntas y dudas les permitirá ver cómo son capaces de formar parte del debate y a entender las ideas que se comenten.
- Análisis de piezas audiovisuales. Analizar una obra puede servir para que los estudiantes extraigan conceptos filosóficos y, a partir de ahí, se inicie un debate en el aula. Es importante escoger obras adecuadas a la edad y al nivel de los estudiantes, además, realizar una selección previa de la obra que se expondrá es fundamental.
- Taller de escritura o exposición oral. Pedir al alumnado que escoja un tema visto en clase y, a partir de ahí, redactar un texto o elaborar una exposición puede tener diferentes utilidades. Por un lado, el estudiante estaría reflexionando sobre la temática escogida y, al mismo tiempo, practicaría la exposición oral o escrita.
Como vemos, se puede tratar el aprendizaje de diferentes maneras, tanto hablando de él específicamente, como poniéndolo directamente en práctica tras una breve explicación. Ambas pueden ser muy útiles y les permitirá asimilar mejor lo expuesto para posteriormente utilizarlo en otras facetas de sus vidas.