Los animales de la lluvia

16,95

Textos: Pedro Villar.
Ilustraciones: Miguel Ángel Díez.
ISBN: 978-84-96976-00-9
Páginas: 32 págs.
Edición: 1ª Edición: mayo 2008

“En la hora del recuento

Noé contaba animales,

le sobran casi trescientos

y las cuentas no le salen.

Pedro Villar, comparte con todos vosotros/as la canción que grabó Yoni Cuentacuentos con los arreglos de Francis en los Estudios Visualsonora a partir de los versos del libro “Los animales de la lluvia” (Diálogo Infantil, 2008) y que en formato mp3 podéis escuchar y bajar desde el siguiente enlace.

Pulsa aquí para escucharla o bajártela.

 

LOS AUTORES

Pedro Villar, coleccionista de sueños, perseguidor de nubes, creador de oficios imposibles, recibió un encargo singular: “Escribe sobre ti mismo”. ¡Vaya marrón! Lo que sigue, como una adivinanza lo contó: Nací, que ya es bastante, tengo los años que tengo, soy lo que fui, lo que olvido y lo que siento que soy. Mis deseos, vivir lo que he leído, lo que he soñado, lo que he perdido. Mis primeros recuerdos son las canciones de mi madre, los cuentos de mi abuelo Pedro y un caballo de cartón que desapareció de la terraza una noche de lluvia (creí que Noé lo había llevado a su arca). No soy nube, ni golondrina, ni árbol, pero me hubiera gustado serlo. Ahora llueve, me meto dentro. ¿No sabes todavía quién soy? Cuidado, no te equivoques. Seguro que yo acierto, un verso juguetón en la nave de Noé.

Visto de lejos, a Miguel Ángel Díez se le podría definir como un tímido ilustrador [creador] que anda bordeando el archipiélago de la ilustración [imágenes] e intenta poner el pie en alguna de sus pequeñas islas con algo de tino: Estela (Thule), Mi abuelo Simón lo sabe (Anaya), El cartero de Bagdad (Edelvives). A media distancia parece alguien desconcertado que no sabe exactamente en qué jaleo se ha metido al elegir una profesión como esta. Pero si te acercas un poco (no demasiado, puede ser contagioso) verás una extraña inquietud en él. No puede dejar de reinventar el mundo a su gusto. Y esa inquietud es la que maneja los pinceles compulsivamente y desoyendo razones se zambulle en un extraño espacio donde las historias gustan escribir dibujos y los dibujos pintar historias. ¡Qué se le va a hacer, nadie es perfecto…!