¡Espera, ya voy!

16,95

Textos: José Luis Berenguer
Ilustraciones: Ulises Wensell
ISBN: 978-84-95333-86-5
Páginas: 32 págs.
Edición: 1ª Edición: marzo 2007

Cuando su madre le llamó, él respondió como hubiera respondido cualquier niño del mundo: ¡Espera, ya voy! Y es que tenía algo muchísimo más importante entre las manos.

 

LOS AUTORES:

José Luis Berenguer Navarro .1952 fue un año de buena cosecha, ese año vine yo al mundo con cuatro kilos ochocientos cincuenta gramos, en Alicante ¡qué le voy a hacer, si yo nací en el Medi-terráneo! , pero me crié en Orihuela (mi patria chica, que me gusta decir), a orillas del Segura, que entonces era un río y en la escuela se nombraba cantando junto a los demás ríos de España. No he subido en globo, pero sí que he plantado más de un árbol, tengo tres hijos y he escrito más de una lista de la compra. A estas alturas de la vida he llegado a la conclusión que lo mejor que hay en el mundo es la risa, compartirla, reírse de todo, hasta de lo más sagrado, sobre todo de lo más sagrado, que somos yo y mi retrete, en este orden. Y ahora me parece increíble estar escribiendo estas líneas para un editor… ¡Debe estar loco! (al menos, tanto como yo, que me gustan los cuentos). Por gustarme, diré que me gusta jugar, ¡no digamos con las palabras!, y, también perderme por la montaña o entre los recovecos de una buena ilustración; la horchata de chufas, el arroz al horno, los libros… ¡Pero detesto la sopa de estrellitas!, y la doble moral y la Ley del Embudo. Salí a la calle contra la guerra junto a un conejo de peluche, un pingüino, una jirafa y un oso (y varios millones de personas más); y entiendo perfectamente que en Islandia puedan haber campos de golf. Tengo un amigo que se llama Fidel y otro Cesáreo, lo digo porque no todo el mundo tiene dos amigos que se llamen Fidel y Cesáreo, respectivamente, y ello podría ser considerado como una de las peculiaridades que me distingue del resto de seres humanos. También me gusta despedirme diciendo que seas feliz.

Ulises Wensell nació en Madrid en 1945 y es autor de las imágenes de muchos libros para niños que han alcanzado difusión internacional. A partir de 1986, la mayor parte de ellos han sido publicados por editoriales de Francia y Alemania. A lo largo de su trayectoria profesional ha obtenido varios premios. Entre ellos cabe destacar el Primer Premio Nacional a la mejor labor de ilustración, otorgado por el Ministerio de Cultura Español (1978), el Premio Lazarillo otorgado por el Instituto Español del Libro (1979), o el Owl Prize (1985) otorgado en Japón por votación popular. En 1988 fue seleccionado junto con otros veinticuatro ilustradores de todo el mundo para participar en el 25º aniversario de la Exposición de la Feria de Bolonia. El mismo año obtuvo un diploma de “Critici in Erba” otorgado en la feria boloñesa. En 1993 le fue concedió el Premio de la Asociación Profesional de Ilustradores de Madrid, y en 1995 obtuvo Mención Especial en los Premis Crítica “Serra D’or” de Barcelona. Ha figurado en la Lista de honor del premio Andersen, ha recibido diversos diplomas y menciones honoríficas en distintas exposiciones internacionales y ha sido “ospite d’honore” de la “Mostra Internazionale di illustrazione per l’infanzia” de Sarmede, (Italia) en 2004, pero asegura el premio que más aprecia es el que le conceden los pequeños lectores cuando contemplan sus ilustraciones con complicidad afectiva.

He aquí lo que ha escrito sobre su trabajo en “¡Espera, ya voy!” : “La primera lectura del texto de José Luis me dio la impresión de que podía ilustrarlo sin condicionamientos “realistas”: lo que describe es una acción ensoñada (la construcción de una altísima torre con variopintos elementos al alcance de un niño soñador) y esa acción transcurre en un tiempo y en un espacio también irreales. Pero la partición en las páginas motiva cierta localización y ofrece la enumeración de los elementos, bien reales, que se van añadiendo a la torre en una secuencia espacio-temporal precisa. Aún consciente de la inevitable redundancia entre lo que enumera el texto y lo que se ve en la imagen, tuve que optar por no subrayar la irrealidad de lo representado y expresar la “magia” del sueño mediante el “desvanecimiento” de las paredes entre nubes y algún efecto de color. ¡Todo un reto!”