¿No hay mujeres filósofas?

En la filosofía, al igual que en cualquier otra disciplina, hay una clara predominancia de los hombres sobre las mujeres. Para comprobarlo, basta con observar el temario de cualquier curso, pues es habitual que todos los personajes históricos que se estudian sean hombres. También puede demostrarlo el hecho de que todo el mundo ha oído hablar de Platón, Aristóteles o Kant, mientras que nombres como Sophie de Grouchy, Simone Weil o de otras filósofas más actuales como Judith Butler o Carol Gilligan son bastante desconocidos.

¿Ocurre esto porque hay menos filósofas? ¿Se debe a que las teorías elaboradas por mujeres tienen una calidad inferior a las elaboradas por hombres? La respuesta a ambas preguntas es la misma: no. Siempre han existido mujeres interesadas en cuestionar la sociedad de su época e incluso algunas de ellas pueden considerarse adelantadas a su tiempo, como es el caso de Hildegarda de Bingen o Hipatia de Alejandría.  Entonces, ¿por qué no sabemos de la existencia de casi ninguna filósofa?

En primer lugar, las mujeres siempre se han encontrado con más obstáculos a la hora de acceder a las instituciones educativas, cosa que les ha dificultado la adquisición de conocimiento. Además, si una mujer colaboraba en la elaboración de alguna teoría, era habitual que su nombre fuera excluido al considerarse que el texto tendría menos reconocimiento, ya que se pensaba (y en algunos casos todavía se piensa) que las mujeres no podían destacar en disciplinas complejas y creativas. A todo ello hay que añadir que no se veía como algo apropiado que una mujer fuera tan culta como un hombre, por ello, o bien no se les permitía filosofar o bien eran invisibilizadas (teniendo que publicar bajo el seudónimo de un hombre o viendo como sus obras eran destruidas, por ejemplo).

Es cierto que no es extraño que se mencione a algunas de las filósofas más importantes en clase de filosofía, pero la realidad es que no se suele profundizar y, en muchas ocasiones, solo se las cita, cosa que no hace honor a todas las pensadoras que consiguieron hacer historia. Esto demuestra que las mujeres siguen encontrándose en una situación desigual también en la filosofía, tanto en cantidad como en reconocimiento. Además de que casi ninguna mujer ha entrado en los cánones de la filosofía, también hay que añadir que siempre han sido los hombres los que decidían el papel que las mujeres debían ocupar en las disciplinas académicas.

Las mujeres filósofas trataron las mismas temáticas que los hombres, normalmente desde perspectivas diferentes debido a su posición social y sus obras influyeron en corrientes académicas; no obstante, siguen estando excluidas de los temarios. Este hecho se debe en gran parte al inmovilismo, y es que tendemos a no cambiar aquello a lo que estamos habituados, algo bastante habitual en el ámbito de la educación. Esto provoca que sigamos ante temarios con un contenido que refleja la cultura dominante de la sociedad, pero, ¿esto puede cambiarse? No es solo que podamos hacerlo, sino que es nuestro deber. La oportunidad de introducir cambios en los planes de estudio debe poder hacerse con facilidad si así se requiere, por tanto, si somos conscientes de todo lo que han aportado las mujeres a lo largo de la historia, estamos más cerca de conseguir modificar la situación actual.

Como vemos, es evidente que la escasa repercusión de las mujeres en la historia no se debe a que no intentaran acceder a disciplinas como la filosofía, las matemáticas o la física, ni tampoco a la baja calidad de sus obras, sino que hicieron grandes aportaciones pero nunca se les dio el reconocimiento que merecían. Por tanto, es de vital importancia transmitir esta información al alumnado, pues si desconocen estos datos, la invisibilización de las mujeres nunca cesará.

Si quieres compartir con tus alumnos y alumnas más información sobre grandes filósofas que, por desgracia, estuvieron (y están) condenadas a existir en un mundo construido por y para el hombre, puedes consultar el libro Filósofas. Del olvido a la memoria, en el que se desarrolla de forma más extendida el porqué de la ausencia de mujeres en el mundo de la filosofía.