Desarrollar el pensamiento crítico: el papel de los debates en el aula

En muchas ocasiones recomendamos realizar debates en el aula como actividad para poner en práctica la teoría expuesta en clase o para motivar al alumnado a interesarse más por la filosofía y, sobre todo, a pensar críticamente sobre diferentes temas, muchos de ellos de actualidad.

La filosofía no es solo una disciplina teórica, sino que se trata de un proceso de diálogo y reflexión constante, y los debates filosóficos son una herramienta que puede ayudar a desarrollar las capacidades de quienes participan en ellos.

Desarrollo del pensamiento crítico

Una de las características principales que caracterizan los debates es el desarrollo del pensamiento crítico, una parte fundamental de la filosofía.

Si el alumnado se enfrenta a preguntas y problemas, aprenderá a analizar, evaluar y formar argumentos sólidos. En este caso no estamos ante una habilidad útil únicamente en el ámbito de la filosofía o la educación, sino también fuera de las aulas, ya que la necesitarán en su día a día.

Fomento de la comunicación efectiva

Para participar en un debate no solo se necesita pensar de manera crítica, sino también comunicar lo que se quiere decir de forma clara y persuasiva. Así, los estudiantes pueden mejorar su comunicación, tanto oral como escrita. Han de conseguir que sus argumentos sean comprensibles para el resto de implicados y, para ello, deberán expresar sus pensamientos de modo coherente y efectivo.

Exploración de perspectivas múltiples

En un debate no solo es fundamental expresar argumentos, también se debe aprovechar la oportunidad para conocer nuevas perspectivas y enfoques sobre los temas a tratar. Saber escuchar al resto de participantes y pensar posibles contestaciones desarrolla una mejor comprensión de los problemas planteados y la capacidad de pensar las respuestas y comunicarlas de forma efectiva.

Fomento del respeto y la empatía

En un debate, es esencial que los participantes respeten las intervenciones de los demás, sus opiniones y, además, sean capaces de escuchar activamente y no centrarse únicamente en lo que expresan ellos. Considerar y comprender perspectivas diferentes a la de uno mismo ayuda a fomentar la empatía y la tolerancia intelectual.

¿Pero cómo implementamos los debates en el aula?

Escoger un tema apropiado

Elegir una temática es el primer paso y uno de los más importantes, ya que debe ser amplia para que tengan cabida opiniones diversas y, al mismo tiempo, específica para centrar el debate.

Realizar una investigación

Antes del debate, puede ser interesante que los estudiantes investiguen sobre el tema para, así, generar interés en ellos y que tengan información que aportar al debate. Si es posible, también se les puede proporcionar recursos y lecturas para guiarlos en su investigación.

Formular preguntas a modo de guía

Para que el debate no quede paralizado, se pueden realizar algunas preguntas que funcionen a modo de guía y que estimulen la reflexión y la argumentación.

Ofrecer tiempo para reflexionar

Durante el debate, se pueden ofrecer algunas pausas para reconsiderar argumentos, escuchar a otras personas (cuando el debate es por equipos, por ejemplo) y ajustar las posibles respuestas cuando sea necesario.

Reflexionar después del debate

Una vez el debate haya finalizado, puede ser interesante reflexionar sobre cómo se ha desarrollado. Así, se pueden analizar los argumentos expuestos, la forma en que se han comunicado las diferentes opiniones, cómo mejorar de cara a futuros debates, etc.

Algunos consejos prácticos

Crear un ambiente inclusivo y fomentar la participación

Cuando se realiza una actividad en el aula es importante que todas las voces sean valoradas. Por ello, la mejor idea es establecer normas para que la participación sea respetuosa y todos los estudiantes se sientan cómodos a la hora de expresar sus opiniones.

Por otro lado, es interesante animar a la participación activa de todo el alumnado, intentando que todos se expresen y ayudando a quienes tienen más dificultades. Además, se pueden crear roles que impulsen la investigación y la participación, por ejemplo, designando cargos como el de experto en una temática o a alguien que ponga en duda muchos de los argumentos expuestos.

Aportar flexibilidad en el debate

Tener una estructura es fundamental para un correcto desarrollo del debate; no obstante, ajustarse a las características de cada uno de ellos y permitir que se desarrolle orgánicamente es crucial. Por ejemplo, si surge un argumento que genera más interés que otros, puede ser útil dedicarle más tiempo y así mantener la atención de los estudiantes.

Establecer una continuidad

En lugar de celebrar debates de forma aislada, podemos organizarlos periódicamente. De este modo, los estudiantes tendrán la oportunidad de observar cómo evolucionan con el tiempo y desarrollar habilidades que se adquieren con la práctica.

Por todo lo comentado, los debates en clase de Filosofía son una herramienta muy potente para generar un aprendizaje activo, fomentar el pensamiento crítico y despertar el interés del alumnado.