Cuatro películas que tratan cuestiones filosóficas (IV)

Tras explorar en nuestras entradas anteriores cómo el cine reflexiona sobre cuestiones filosóficas, volvemos con cuatro nuevas películas que profundizan en cuestiones fundamentales de la filosofía que no solo han dejado huella en la cultura popular, sino que también invitan al espectador a reflexionar.

Origen (2010) – Christopher Nolan

En Origen nos adentramos en los sueños dentro de sueños, en la arquitectura mental y en el difuso límite entre lo real y lo ilusorio. El protagonista, Dom Cobb, y su equipo roban o implantan ideas en la mente de otras personas a través de un sofisticado sistema de sueños compartidos.

A partir de esta premisa, podemos realizar diferentes reflexiones, como:

  • El escepticismo. Descartes, en sus Meditaciones metafísicas, se preguntaba cómo podía estar seguro de que el mundo que percibía no era una ilusión creada por un genio maligno. De manera similar, en Origen, los personajes navegan entre capas de sueños, donde cada nivel parece indistinguible de la realidad. Esto plantea: ¿cómo podemos estar seguros de que lo que percibimos es real y no una construcción de nuestra mente?
  • El libre albedrío y la manipulación de la mente. La capacidad de insertar ideas en la mente de alguien sin que esa persona lo sepa plantea profundas preguntas éticas y filosóficas. ¿Somos realmente dueños de nuestros pensamientos, o es posible que fuerzas externas moldeen nuestras creencias y deseos de maneras que no comprendemos? Esta idea recuerda a las preocupaciones filosóficas de autores como David Hume, quien argumentaba que nuestra voluntad y nuestras decisiones están más determinadas por causas externas de lo que creemos.

Blade Runner (1982) – Ridley Scott

Ridley Scott, con Blade Runner, se sumergió en un futuro distópico en el que los «replicantes», seres artificiales creados por los humanos, buscan rebelarse contra sus creadores y obtener la libertad. La película sigue a Rick Deckard (Harrison Ford), un cazador de replicantes, mientras rastrea y «retira» a estos seres que son casi indistinguibles de los humanos.

Uno de los temas centrales en Blade Runner es el de la identidad y lo que significa ser humano. En términos filosóficos, la película plantea preguntas sobre la naturaleza de la conciencia y la existencia del «yo». Los replicantes son seres creados artificialmente, pero poseen recuerdos, emociones y, en muchos casos, un profundo deseo de vivir. Esto nos lleva a la pregunta: ¿Es la humanidad algo inherente a la biología, o es más una cuestión de tener consciencia, recuerdos y deseos?

La película plantea una cuestión ética similar a la de John Locke, quien discutía la identidad personal en términos de continuidad de la conciencia. Según Locke, nuestra identidad personal está definida por nuestra capacidad para recordar y reflexionar sobre nuestras experiencias pasadas. Si aplicamos esto a los replicantes, que poseen recuerdos implantados, pero aun así parecen tener una identidad coherente, surge la pregunta de si esas memorias artificiales les otorgan la misma condición de humanidad que a los humanos «naturales». La línea entre lo que es real y lo que es fabricado se vuelve borrosa.

El club de la lucha (1999) – David Fincher

El club de la lucha es una película que desafía la sociedad moderna y la alienación del hombre contemporáneo. El protagonista, un hombre insomne y alienado, se une a Tyler Durden para formar un club clandestino en el que los hombres luchan como una forma de escapar de sus vidas.

El film aborda directamente el nihilismo, una corriente filosófica que sostiene que la vida carece de significado objetivo. A lo largo de la película, el narrador y Tyler Durden se enfrentan a un mundo que parece completamente vacío de propósito. El trabajo, el consumismo y la cultura materialista se presentan como trampas que aprisionan al individuo. El personaje de Durden encara una rebelión contra el vacío existencial, promoviendo la destrucción de las estructuras sociales.

La película también plantea cuestiones sobre la identidad y la dualidad del ser humano, similar a las exploraciones freudianas sobre el ego, el ello y el superyó. Tyler representa el lado oscuro y reprimido del narrador, un aspecto de su psique que se libera cuando se enfrenta a la desesperación de una vida sin sentido. La película sugiere que la destrucción y el sufrimiento pueden ser una forma de autodescubrimiento, aunque de manera destructiva.

También destaca la crítica al consumismo y la alienación. Bauman, en su análisis de la «modernidad líquida», habla de cómo nos vemos atrapados en un ciclo interminable de consumo y deseo insatisfecho. El protagonista de El club de la lucha busca liberarse de esta trampa, destruyendo todo lo que posee y rebelándose contra un sistema que lo ha deshumanizado.

Magnolia (1999)Paul Thomas Anderson

Magnolia es un mosaico de vidas que se entrecruzan en el transcurso de un solo día, explorando temas de sufrimiento, arrepentimiento, culpa y redención. La cinta sigue las historias de varios personajes, cada uno con sus propias batallas personales, fracasos y relaciones conflictivas.

Los personajes de Magnolia se encuentran en momentos de crisis y, sin saberlo, sus vidas afectan y resuenan en las de otros, generando un efecto dominó en el que cada elección o acción parece parte de un guion invisible. La película parece preguntarnos si nuestras vidas están predestinadas o si son las elecciones individuales las que realmente construyen este entrelazado destino común.

Por otra parte, la película pone en el centro de la escena la vulnerabilidad de sus personajes, que lidian con traumas, frustraciones y errores pasados. Este enfoque en el dolor humano remite a la filosofía existencialista de figuras como Søren Kierkegaard y Jean-Paul Sartre, quienes consideraban el sufrimiento como una condición intrínseca de la existencia humana. En la película, el sufrimiento conecta a los personajes en su fragilidad, pero también les brinda la oportunidad de redención o cambio. Magnolia no idealiza el sufrimiento, más bien, cuestiona la idea de que el dolor tiene un propósito superior. En este sentido, Anderson refleja la visión existencialista de que, aunque el sufrimiento es inevitable, es responsabilidad del individuo darle significado o aceptarlo como parte de su libertad y su humanidad.

Además, también podemos tratar la imposibilidad de controlar el destino y el absurdo con Magnolia, gracias al evento de la lluvia de ranas. Se trata de un acontecimiento que rompe con la lógica narrativa y genera un momento de desconcierto absoluto. Esta escena ha sido interpretada de diferentes maneras, como por ejemplo, como un recordatorio de la imposibilidad de obtener una explicación completa para los eventos que ocurren en nuestras vidas y como una afirmación de que no siempre hay una lógica o un propósito detrás de nuestras experiencias.