Cómo aplicar la ética de las escuelas helenísticas en la educación del siglo XXI

La ética es una rama de la filosofía que se ocupa de estudiar el bien y el mal, los valores y los deberes morales de los seres humanos. La ética no es algo fijo e inmutable, sino que varía según el contexto histórico, cultural y social en el que se desarrolla. Por eso, es interesante revisar las propuestas éticas de las escuelas helenísticas, que surgieron en la antigua Grecia y Roma entre los siglos IV a. C. y III d. C., y ver cómo pueden aplicarse a la educación del siglo XXI.

¿Qué son las escuelas helenísticas?

Las escuelas helenísticas son un conjunto de corrientes filosóficas que se caracterizan por centrarse en la búsqueda de la felicidad y la sabiduría práctica, más que en la especulación teórica o metafísica. Entre las principales escuelas helenísticas se encuentran el estoicismo, el epicureísmo y el escepticismo.

  • El estoicismo defiende que la felicidad consiste en vivir conforme a la razón y la naturaleza, aceptando con serenidad lo que no depende de nosotros y actuando con virtud y deber en lo que sí depende. El estoico se propone alcanzar la apatía, es decir, la ausencia de pasiones o emociones perturbadoras, y seguir el logos, el orden racional y divino que rige el universo. El estoicismo se basa en cuatro virtudes cardinales: la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza.
  • El epicureísmo sostiene que la felicidad consiste en el placer, entendido como la ausencia de dolor físico y mental. El epicúreo busca satisfacer sus deseos naturales y necesarios, como comer, beber o dormir, y evitar los deseos innaturales y vanos, como la riqueza, el poder o la fama. El epicúreo también cultiva la amistad, la prudencia y la moderación, y se aleja de la política, la religión y el temor a la muerte. El epicureísmo se basa en tres criterios de verdad: las sensaciones, las anticipaciones y los sentimientos.
  • El escepticismo afirma que la felicidad consiste en suspender el juicio sobre todo lo que no se puede conocer con certeza, como la existencia de Dios, el origen del mundo o los criterios del bien y del mal. El escéptico duda de todo lo que percibe con los sentidos o con la razón, y se limita a seguir las apariencias, las costumbres y las leyes del lugar donde vive. El escéptico busca alcanzar la ataraxia, es decir, la tranquilidad del alma que se logra al no afirmar ni negar nada. El escepticismo se basa en dos principios: el equilibrio de los argumentos y el criterio de lo indiferente.

¿Cómo aplicar la ética de las escuelas helenísticas en la educación del siglo XXI?

La ética de las escuelas helenísticas puede aportar muchos beneficios a la educación del siglo XXI, ya que ofrece una serie de principios y valores que pueden ayudar a los estudiantes a desarrollar su personalidad, su pensamiento crítico y su bienestar emocional. Algunas posibles aplicaciones son las siguientes:

  • Fomentar el autoconocimiento y el autodominio. Las escuelas helenísticas invitan a reflexionar sobre quiénes somos, qué queremos y qué podemos hacer para mejorar nuestra vida. También nos enseñan a controlar nuestras emociones, nuestros impulsos y nuestros prejuicios, y a actuar con coherencia y responsabilidad. Estas habilidades son fundamentales para enfrentarse a los retos y oportunidades del siglo xxi, como el cambio climático, las nuevas tecnologías o la globalización.
  • Promover el respeto y la tolerancia. Las escuelas helenísticas reconocen la diversidad de opiniones, creencias y costumbres que existen en el mundo, y nos animan a aceptarlas sin imponer las nuestras ni juzgar las ajenas. También nos instan a colaborar con los demás, a practicar la solidaridad y a evitar la violencia. Estos valores son esenciales para convivir en una sociedad plural, multicultural y democrática, donde se respeten los derechos humanos y se promueva la paz.
  • Estimular el aprendizaje y el disfrute. Las escuelas helenísticas nos muestran que el conocimiento no solo sirve para aprobar exámenes o conseguir títulos, sino que también es una fuente de placer y de crecimiento personal. También nos alientan a aprovechar el presente, a valorar las cosas sencillas y a cultivar la alegría y el humor. Estas actitudes son muy importantes para desarrollar la creatividad, la curiosidad y la motivación, y para afrontar la vida con optimismo y entusiasmo.

En conclusión, la ética de las escuelas helenísticas puede ser una herramienta muy útil para la educación del siglo XXI, ya que nos ofrece una visión humanista, racional y práctica de la vida que puede contribuir a formar personas más libres, más felices y más sabias.

Sara Pla, profesora de Filosofía